sábado, 25 de junio de 2011

¿Algo más que amigos?

-¿Tú crees que se lo tengo que decir?
-Sí Gabi. Tienes que cortar con ella. Por mucho que la quieras, aunque no sea fácil te aseguro que es lo mejor. Hazme caso por favor.
-Vale, tráeme el teléfono.
Ana había conseguido ponerse en la piel de Gabi, pero seguía pensando que lo que tenía que hacer era dejarla. Se levantó a por el teléfono y se lo dio a Gabi. Ella se levantó con intención de salir de la habitación para que su mejor amigo hablara con Marie sin molestias, pero él la cogió de la mano para que se quedara sentada a su lado. Ana sonrió deseándole buena suerte y se sentó a su lado. Escuchó toda la conversación preocupada. Gabi gritaba, Marie también (se la oía mucho), los dos se reprochaban cosas y Gabi lloraba. Su mejor amiga le apretaba fuerte de la mano y le secaba las lágrimas de la cara. Cuando ya había escuchado en la conversación que Gabi había cortado con ella le quitó el teléfono y colgó. No quería que sufriera innecesariamente.
-¿Estás bien?- Preguntó Ana con preocupación. Aunque sabía que le había dicho a Gabi lo que tenía que decirle se sentía culpable de que este hubiera cortado con Marie.
-No...- Contestó Gabi entre lágrimas.
Ana lo abrazó y mientras su cabeza descansaba sobre el hombro de su amigo pensaba lo mal que había hecho las cosas.
-Lo siento MA.- Comentó finalmente, después de mucho pensarlo.
-¿Por?
-Pues porque has cortado con ella por mi culpa, porque te lo he dicho yo, y ahora estás muy mal por eso.
-Pero que dices MA, no seas tonta, he cortado con ella gracias a ti, y eso es lo que tenía que hacer. No me tienes que pedir perdón, te tengo que dar yo las gracias.
-Eres el mejor del mundo.
-Mentira, lo eres tú.
Los dos se quedaron mirándose fijamente a los ojos, callados. Pero Gabi se sentía incomodo, y seguramente Ana también, así que comenzaron a hablar con mucha normalidad, olvidando aquel extraño momento.
-¿A donde te vas este verano?- Preguntó Ana. Era una pregunta un poco tonta, sobre todo porque ya sabía la respuesta, pero era lo primero que se le había ocurrido, y Gabi la contestó con normalidad, porque también fue lo primero que se le paso por la cabeza.
-A Huelva, ¿tú?- Otra pregunta estúpida.
-A Castellón.
Y así fue como consiguieron librarse de un momento extraño, en el que los dos habían sentido algo muy raro el uno por el otro, algo que los dos solo habían sentido con otras personas, pero nunca entre ellos dos.

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