domingo, 5 de junio de 2011

La mato, te juro que la mato

Ana se iba preguntando por el camino: ¿Y si es una chorrada? ¿y si su hermana se a roto un brazo? ¿Y si no encuentra su PSP? ¿Y si...?
Pero ella sabía que tenía que ir a mirar porque también podía ser algo muy grave. Como anduvo bastante deprisa en 5 minutos ya había llegado a casa de Gabi. Subió en el ascensor hasta el 4 piso y llamo al timbre de la puerta que tenía la letra C pintada.
-¿Quién?- Preguntó Teresa, la asistenta de la casa.
-Teresa, soy Ana.
-¡Ah! Señorita Ana, ¿quiere ver a Gabi?- Dijo la mujer que ya había abierto la puerta y se encontraba en el umbral de esta frente a la niña.
-Sí, por favor.
Teresa entró un momento en la casa y Ana se quedó allí esperando. A los pocos segundos regresó y dijo:
-Pase, señorita Ana. Gabi está tumbado en la cama, en su habitación.
-Gracias Teresa.
Ana recorría sola el corredor que conducía al cuarto de su mejor amigo, mientras se preguntaba porque Teresa hablaba como las criadas de antiguamente (o eso le parecía a ella, por lo menos). Una vez llegó a la puerta de la habitación de Gabi llamó a la puerta y dijo:
-MA soy yo.
Ana siempre llamaba MA (Mejor Amigo) a Gabi, y él a ella igual.
-Pasa...
Ana se dio cuenta por su voz de que a Gabi le pasaba algo, y de que no era ninguna chorrada.
Gabi estaba tumbado en la cama apagando su PSP para hablar con Ana sin desconcentrarse. Estaba llorando.
Ana se sentó a su lado, le cogió la mano y le pregunto en voz bajita:
-¿Qué te pasa?
-Es Marie.
Marie era la novia de Gabi. Él la quería muchísimo, pero Ana la odiaba, la había odiado de toda la vida y no sabía exactamente la razón.
-¿Te ha dejado? ¿La matamos?
-No, no me ha dejado. Está saliendo conmigo y a la vez está saliendo con otro...
Ana se quedó realmente sorprendida, llena de rabia, de enfado, confusión... Ella consideraba a Marie su enemiga, y la creía capaz de muchas cosas, pero no pensaba que se atreviera a hacerle eso a su mejor amigo.
-Dios...la mato... te juro que la mato...-Decía Ana mientras Gabi apretaba fuertemente la mano de su mejor amiga contra la suya.
-No hagas nada, ella no sabe que lo sé.
-¡¿Qué?! Gabi dejala ya, te está engañando.
-Ya...pero la sigo queriendo...
Ana estaba demasiado enfadada como para ponerse en la piel de Gabi, pero decidió intentarlo y trató de comprenderle.

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